Testimonio de un sacerdote, amigo del seminario.
Amaba el sacerdocio, lo llevaba en el alma, leía, estudiaba, escribía y rezaba buscando siempre la cercanía de Jesús y de María. Me acuerdo que le gustaba ir un rato antes de Laudes, (6:00 a.m.), para rezar con la capilla a oscuras y sólo las velas del altar prendidas, sólo él y Jesús en la penumbra del alba y en la intimidad del corazón.