Su enfermedad y muerte

Siervo de Dios Guillermo Muzzio

Seminarista de la Diócesis de San Miguel

25 de Febrero de 1972 – 1 de Noviembre de 2002

Guillermo Muzzio
Guillermo Muzzio
Guillermo Muzzio

A mediados de 1998, a Willy le diagnosticaron Linfoma no Hodgkin y vivió la enfermedad con su habitual sonrisa, sin dramatizarla, sin ponerse en el centro ni victimizarse. Nunca pidió una excepción en la vida del seminario y, atravesando tres años de diversos tratamientos, siguió firme con su trabajo de apostolado en las parroquias San Antonio de José C. Paz y Nuestra Señora de La Sallete, en Pablo Nogués.

En todos lados fue dejando huellas de su paso, con su alegría y su amor por el prójimo, Jesús, la Virgen María, la Eucaristía, el Cura Brochero, Santa Teresita, entre otros.

En 2002 sufrió una recaída de su enfermedad y sus íntimos decidieron el trasplante de médula como última opción. Guillermo habló con una amiga sobre la posibilidad de que no salga bien la operación en estos términos: «Si sale todo bien vamos a festejar mucho, pero si el trasplante no funciona, el Tata me espera con amor».

Se internó en la Fundación Favaloro el día de San Guillermo Abad y dijo que iba «a hacer un retiro». Llevó un cuaderno donde escribiría a lo largo de esos días bajo el título: “Fundación Favaloro, lugar de encuentro con Dios”. También llevó grabados los Ejercicios Espirituales que el padre Lazzarini había predicado en el seminario y un cassette con cantos religiosos. Pidió en una parroquia cercana que le lleven la comunión todos los días.

El trasplante salió bien, pero días después comenzó un proceso de infecciones que no se pudo contener. A fines de septiembre, un virus le atacó letalmente los pulmones. Por eso, durante su última semana de vida se decidió abrir las puertas de su aislamiento para que todos se despidieran. Guillermo parte el 1º de noviembre de 2002, día de Todos los Santos. Sus restos fueron velados en la casa de sus padres en Bella Vista.

Fue aquella una fiesta de consuelo y esperanza. Se acercaron de todos lados a despedirse. Los testimonios de su vida se multiplicaron por decenas durante ese día. Celebró una Misa el Obispo de San Miguel, Monseñor José Luis Mollaghan, quien dio testimonio emocionado de la bondad y santidad de Guillermo.

Al día siguiente se celebró la Misa en el Cementerio de Bella Vista y sus restos permanecen allí hasta el domingo 4 de noviembre de 2007, día en que son trasladados al cementerio del Seminario Diocesano de San Miguel. Con su sepultura quedó inaugurado el Cementerio Sacerdotal del Seminario.

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