Su vocación y vida espiritual

Siervo de Dios Guillermo Muzzio

Seminarista de la Diócesis de San Miguel

25 de Febrero de 1972 – 1 de Noviembre de 2002

Guillermo Muzzio

Desde 1986, Guillermo participó de los campamentos de jóvenes de la Parroquia San Francisco Solano de Bella Vista. En 1987 hizo el retiro espiritual de Aventuras, en donde estuvo participando de varios equipos hasta 1990. Se lo recuerda con mucha profundidad, alegría y humildad. Luego empezó a participar del Movimiento Juvenil Parroquial, que durante 3 años realiza encuentros de jóvenes de la zona de Bella Vista y Muñiz.

Su vida quedó marcada por la presencia de los amigos, que cosechó a montones, y sobre todo por su fidelidad hacia la amistad. En 1992, en una carta a su padre, le reveló su deseo de santidad: «Tenés un hijo que quiere ser Santo».

En 1995, recuperado de aquel accidente (leer Biografía), comenzó a misionar en El Impenetrable salteño con los Wichis (con el grupo Kalai, que significa amigo en lengua Wichi). Esta experiencia lo marcó muchísimo, pues allí aprendió de misericordia y afianzó un amor por los más pobres que marcará toda su vida. Fue a fines de ese año que anunció su ingreso al Seminario Diocesano, que concretó finalmente en febrero de 1996.

Fue visible para quienes lo conocían la alegría con que vivió su decisión de consagrarse a Dios como Sacerdote. Hizo grandes amigos entre sus compañeros de seminario, donde permanecía siempre atento a todos. En aquellos momentos trabajó con y para los pobres con muchísimo cariño: pidió especialmente que le avisaran si alguno llegaba a la puerta del seminario.

Sus pares lo recuerdan diciendo que los pilares del seminario eran la oración (Guillermo iba siempre bien temprano a la Capilla para estar solo con el Señor), el estudio (porque era la forma de prepararse para servir bien al pueblo de Dios) y la vida en comunidad (a la que veía como el ejercicio concreto del amor).

Se tomó con mucha seriedad la formación sacerdotal. “Acá todo pasa por el interior», solía comentar. También decía que “cada mañana hago promesa de vivir en santidad”, y renovaba esa misma intención cada mediodía “porque siempre se manda alguna macana”.

En el año 2001 Guillermo recibió la Admisión a las Sagradas Ordenes en la Catedral de San Miguel.

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