Testimonio de una amiga.
¡Él está feliz! Que en realidad eso fue siempre lo que él buscó, estar al lado de Dios. Y ahí, es cuando si bien el dolor nunca cesa, uno pudo sacar fuerzas y despedirlo cantando como a él le hubiera gustado, nada faltó, estuvieron las guitarras, el violín, sus canciones preferidas y sus amigos.
Creo que la enfermedad lo ayudó a centrarse en lo esencial y a vivir desde ahí. Lo liberó de muchas cosas y lo hizo vivir sólo para Dios, para amar, para servir a los demás. Me decía una vez que esa comunión con Dios que en casi 30 años no había logrado con tanto esfuerzo, Dios se la regalaba de un momento a otro en la enfermedad. «Tanta oración, tanta búsqueda y Dios de un día para otro me regala todo».