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Meditando en el Evangelio de Juan.

El 9 de febrero de 1998 Guillermo escribió, en su cuaderno espiritual, meditando en el Evangelio de Juan:

En el principio existía la palabra. En el principio, antes de que todo fuera creado, hace no sé cuánto tiempo, entre los millones y millones de nombres, entre Isaías, Napoleón, Aristóteles, papá, san Ignacio, entre todos estos nombres, la palabra pensó en Guillermo, lo soñó y vio que era bueno, le encontró un sentido único e insustituible a la existencia de Guillermo, sin él, el mundo no sería igual. Así como soñó a tantos, en un momento pensó en Guillermo. El tiempo apareció y fue pasando, pasó y pasó, siglos, milenios y ese nombre estaba en el seno de Dios… Y ese nombre apareció en el vientre de mamá y Dios sonrió, su sueño era realidad, su pensamiento ya tenía libertad, una libertad que Él nunca podría anular, y con todo lo trágico y maravilloso que esto significa Dios sonrió, Guillermo existía y todo fue para él, no se le privó de nada, Dios le dio todo, le dio a Cristo, le dio todo.


Cuanto más reces para saber lo que Dios pensó y quiso para vos desde siempre, y cuanto más humildemente aceptes, haciendo de tu libertad lo que Dios quiere, más santo y feliz serás en todo; más santa y feliz será la creación.

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