Hace poco se murió mi abuela que ya estaba muy viejita y enferma y dentro del dolor sentí una profunda alegría de que a ella le hubiera tocado vivir esta gracia. Puede parecer extraño un sentimiento así, pero creo que esto es parte de lo bueno que tenemos los cristianos. A veces pienso que sería de nosotros sin este Amor inmenso que nos rodea por todos lados, hasta el punto de hacer de la muerte ese momento ambiguo de tristeza alegre.
No dejes de alegrarte nunca de la fe que te envuelve, es nuestra riqueza más grande, y es la Puerta Santa que nos mete de lleno en tanto Amor. Tal vez pensarás que ando por las nubes últimamente, pero la verdad es que como en otros tiempos a veces la tierra se me hace pesada, pesada en sus relaciones, instituciones, formadores, enfermedad, pero gracias a Dios la luz pascual de la que te hable me está sacando adelante en muchos momentos. Como vos decís: «creo que misteriosamente Dios, quiere que siga viviendo cosas que yo me evitaría» y esta confianza me da muchas ganas de seguir buscando su rostro que a veces se esconde.
Ya me falta poco para terminar el seminario y cada día me dan más ganas de que llegue la ordenación. En este último tiempo Jesús me fue llevando de a poco a meterme más adentro de este misterio tan grande que es «ser sacerdote de su Iglesia» y esta vivencia me ayudó mucho a ir haciendo opciones fundamentales que apuntarán más a lo esencial de este misterio y que fueron algo así como nuevos llamados que me confirmaron en la vocación. Reza mucho a Jesús por intercesión de Catalina para que este «espíritu sacerdotal» me siga inundando el corazón.