Testimonio de un amigo.
Willy era misionero de alma. Su vida era misión. Cada encuentro con otra persona era especial (hablo de mi experiencia y la que han compartido conmigo otros amigos y amigas en común). Misionar no es más que intentar encender en el otro el fuego que tiene en su corazón, muchas veces menguado o hasta apagado. Guillermo era un especialista en eso de encender esa llama. Hacía sentir a cada persona especial. Y lograba que cada encuentro, cada charla, cada gesto, despertara en cada uno de nosotros algo tan fuerte que hoy para muchos es lo que más recordamos de Él.