Testimonio de un amigo de toda la vida.
En esa escena están reflejadas tres grandes virtudes de Willy. Primero, la inmensa alegría con la que vivía este mundo. Segundo, el tiempo y la importancia que le dedicaba a cada una de sus tareas, y en tercer lugar, su admirable humildad para llevarlas a cabo.
También nos regaló muchas cosas. Las tres más importantes, por lo menos para mí son: el ejemplo de estar enamorado de Dios y como tal, animarse a las consecuencias que trae el amor del Señor. La segunda es que después de «su partida» no puedo tenerle temor al «gran paso». Porque de la manera en que Él lo dio, me dejó marcado en mi corazón, la certeza y convicción humana de que Dios me está esperando al final de mis días. Esto no significa que antes no lo creía, pero cuando pensaba en ese momento de «cruzar la frontera de la vida», no puedo negar que me asustaba «un poco bastante». Y la tercera en realidad no me la regaló Guillermo, me la regaló Dios. Y es haber compartido casi 20 años de amistad con un ser muy especial.